Hace poco una paciente me comentaba el trastorno que está sufriendo en su vida diaria debido al cambio de jornada escolar de sus hijos.
Esto me ha dado pie a escribir este artículo, ya que en los últimos meses ha proliferado la jornada continua en los colegios, sobretodo públicos, a lo largo de nuestra geografía.
Las encuestas revelan que los padres prefieren la jornada partida. Los centros suelen preferir la continua por el ajuste de horarios de su personal, y en definitiva también se produce un ahorro en el gasto de luz, comedor, etc., lo que a la administración le viene muy bien.
No obstante hay que decir que dichos horarios se deciden en cada centro educativo, aunque la administración sanitaria sí tendría que ver en el asunto por lo que a continuación explico.
Dejando al lado las preferencias de unos u otros en función del gasto y de sus horarios, al ser éste un espacio de salud y alimentación, hablaré sobre cómo afecta este horario a la nutrición de los niños y adolescentes en un país tan particular como el nuestro.
De nuevo en líneas generales salen perdiendo los mismos, nuestros hijos. ¿Por qué?
La dieta española consta de 2 comidas principales, desayuno y 2 colaciones, las conocidas como almuerzo y merienda.
¿Cómo engarzar un horario continuo con nuestro estilo de vida?
Esa es la difícil ecuación, las diferencias entre zonas, los grandes núcleos urbanos¡, la influencia del clima, las horas de sol, el carácter, las costumbres, la siesta, el sistema productivo, la distribución geográfica, las tradiciones…, demasiados factores para poderlos alinear y sobre todo conseguir equilibrarlos desde el punto de vista nutricional.
La paradoja de la Nutrición y la conciliación
No diré si uno es mejor que otro. Ambos bien hechos son buenos nutricionalmente, lo que no conviene es mezclarlos, y si es así, la alimentación suele llevarse la peor parte.
Ni que decir tiene, que la infancia y la adolescencia son etapas críticas desde el punto de vista de la alimentación, en cuanto que de ella depende el crecimiento y además se marca para toda la vida.
Un ejemplo: un niño que no tiene el aporte necesario de calcio y es sedentario hasta la adolescencia, tiene muchas más probabilidades de desarrollar osteoporosis que uno bien nutrido y activo, dado que, es hasta esta edad, cuando el hueso tiene que hacer acopio de nutrientes, para alcanzar el pico máximo de masa ósea.
Como vemos, la correcta nutrición en estas edades es un hecho básico, fundamental, y no exagero nada cuando digo que es igual de importante que las matemáticas. Bien preparado pero mal nutrido. Futuro trabajador con problemas de salud, en resumen baja producción. Así podría escribirse la historia.
El desayuno es lo más importante, sin dudar…
Hay un estudio, el ENKID, peso pesado de entre los diferentes estudios realizados, que revela lo mal que desayunan los niños y adolescentes españoles, si es que lo hacen.
Y por cierto, revela también que el escaso aporte de azúcar al cerebro en las primeras horas del día puede tener consecuencias negativas en los resultados académicos.
El resultado de este estudio es malo en sí, teniendo en cuenta la dieta tradicional española, en la que el desayuno correcto debe constar de lácteo, fruta e hidrato de carbono complejo (como por ejemplo cereales), pero el problema aumenta con el cambio de horarios, puesto que pasa demasiado tiempo hasta la comida, con lo que un desayuno desequilibrado e insuficiente o inexistente tendrá peores consecuencias.
Sumando almuerzos, que en tantas ocasiones no complementan bien la dieta sino que están dotados de grasas poco recomendables, el resultado será todavía peor y la comida se convertirá en un acto de supervivencia, pues a ella se llegará con un estado de gran apetito, lo que suele repercutir en comer muy rápido y altas cantidades, en ingestas que ya de por si suelen ser poco variadas.
¿En cuántas ocasiones existirá la tentación de comer algo antes de llegar a casa?
Seguramente muchas, lo que desequilibra nutricionalmente la dieta. La comida tardía se solapa con la merienda y el problema se arrastra durante todo el día. Con todo ello solo podemos esperar un empeoramiento en los ya muy malos datos de sobrepeso y obesidad infantil.
He creído oportuno hablar del problema que se avecina porque, como padre y profesional de la salud, mi instinto protector se ve incrementado cuando de infancia se trata.
Como ciudadano veo en riesgo nuestra sociedad del futuro.
Este problema en realidad ya es de sobra conocido en el ambiente laboral de los adultos, que sufren consecuencias similares cuando mezclan horario laboral europeo ( por no hablar de los horarios interminables), con costumbres propias de nuestro país, y en lugar de solucionarlo, ahora metemos en el ajo también a los niños.
No son pocas las organizaciones de distintos colectivos sanitarios que ya han puesto la voz de alerta, y en un reciente artículo de un diario nacional se hacía eco de la opinión de los pediatras rechazando la jornada continua, porque creen que perjudica la salud de los niños.
Parece que el porcentaje de contribución de los votos de los padres sobre la toma decisión del tipo de jornada podría ser incrementado en próximos cursos por dictamen de alguna consejería autonómica.
De ser así en todo el ámbito nacional, podría ser posible revertir la situación, lo que desde el punto de vista sanitario (y por qué no decirlo, económico a medio y largo plazo) sería seguramente positivo.
Y es que todo eso que se hace llamar conciliación de la vida laboral y familiar, en nuestro país necesita una revisión a fondo, ya que de la dieta nos encargamos de aportar nuestro granito de arena, los que realmente creemos que un mundo mejor es posible, con hábitos alimenticios saludables.