Tradicionalmente el saber gastronómico ha ido pasando de generación en generación, tanto en el ámbito familiar como en el profesional, ya fuera de padres a hijos o de maestro a aprendiz.
La formación culinaria no se ha profesionalizado hasta hace pocos años, con la aparición y proliferación de escuelas de hostelería.
Los profesionales de la restauración cuentan, gracias a la especialización de la formación gastronómica, con una base amplia de conocimientos reglada, que enseña las bases de la cocina tradicional y encauza a las más vanguardistas tendencias actuales, como verdadera palanca de innovación
Salidas profesionales en la hostelería
Las escuelas de hostelería se han convertido en una de las mejores opciones formativas para aquellos interesados en el mundo de la restauración.
No solamente se dirigen a los neófitos que quieren aprender desde cero, sino también a profesionales que cuentan con una dilatada experiencia profesional, y quieren ampliar conocimientos y mejorar técnicas para dotar de mayor competitividad a los locales que regentan.
Los grados en hostelería no solo te permiten acceder al mercado laboral como cocinero, jefe de cocina, camarero, gerente de restaurante o responsable de la atención al cliente o sala.
Preparan también para profesiones relacionadas directamente con el ámbito gastronómico como asesor gastronómico, responsable de comunicación, experto en consultoría y promoción de nuevas iniciativas gastronómicas o incluso técnico de investigación del sector y la industria agroalimentarias.
Formación y experiencia: la mejor opción
El aprendizaje y la formación es, en todos los casos, igual de importante que la experiencia profesional. Teoría y práctica han de ir de la mano para que un profesional consiga sacar el máximo partido a todas sus cualidades.
Dada la importancia de la formación culinaria, las escuelas e institutos de restauración se han expandido en los últimos años, hasta alcanzar el máximo grado académico.
Algunos se atreven a hablar de la era de las universidades gastronómicas, y es que no es para menos. Hace apenas unos años que se abrió la primera universidad gastronómica en España, que fue la segunda en Europa por haber nacido antes una en Italia. No es de extrañar que las dos primeras facultades gastronómicas europeas se hayan creado en los países donde la cocina se alza a la categoría de arte.
La cocina es pasión, profesión e intuición, pero también es técnica, precisión e innovación. Y es por ello que para sacar el máximo jugo a un producto hay que conocer todas sus propiedades y adecuar la técnica más apropiada. Y para tener claro estos aspectos hay contar con una buena base teórica.
La cocina actual busca lo de toda la vida: encontrar el sabor perfecto. Pero a este objetivo se le añade un elemento más, que es el factor experiencial. Los grandes cocineros del momento trabajan para conseguir una verdadera experiencia gastronómica, donde además de los sabores cuentas las técnicas empleadas y la puesta en escena. Pretenden conseguir en el comensal el conocido como efecto WOW, que deje con la boca abierta.
La gastronomía convertida en tendencia
Desde algún tiempo vivimos un tiempo en el que la comida, y por ende la gastronomía, han cobrado un gran protagonismo en la sociedad, llegándose acuñar incluso el término foodie para referirse a la personas que sienten verdadera pasión por estos ámbitos y hacen de la gastronomía un estilo de vida.
La de cocinero se ha convertido en una profesión de prestigio gracias al afianzamiento de los movimientos gastronómicos, los nuevos formatos televisivos que han despertado el interés en toda la población, entre otros motivos.
Nadie lo puede negar, el interés por la gastronomía no ha dejado de crecer y ha llegado para quedarse. Y las escuelas de hostelería lo saben muy bien, por eso trabajan para que sus alumnos sean ejemplo de excelencia culinaria.
Estamos en Verano y pronto llegará septiembre con la inauguración del nuevo curso académico…
