La sociedad manda y los hábitos y necesidades de los consumidores son los que marcan la hoja de ruta de cualquier sector productivo
El trabajo que vienen realizando la aceleradora agroalimentaria de la Sociedad de Desarrollo de Navarra Sodena conocida como Orizont, ha dejado un interesante decálogo del gran cambio que está y va a seguir sufriendo el mundo de ala alimentación, la agricultura y la gastronomía en los próximos lustros.
El sector agroalimentario mantiene una estrecha relación con la sociedad y es un tradicional motor de generación de riqueza de las naciones y por ello no debe verse fuera de estos cambios socioeconómicos en los que estamos inmersos en lo primeros albores del siglo XXI.
La alimentación para la vida y la salud de las personas, el patrimonio natural, el paisaje y la gastronomía son parte de los retos de futuro para este amplio sector que lucha por estar en la punta de la innovación en un mundo cada vez más poblado, más globalizado, más urbano y con recursos mucho más limitados.
Innovación y la sostenibilidad es el binomio que debe perdurar a lo largo de los próximos años, no en vano las cifras que se arrojan frente a la necesidad de alimento para el año 2050 son escalofriantes ya que en el planeta habrá que alimentar a casi 10.000 millones de seres humanos.
las 10 novedades que van a revolucionar el sector agroalimentario:
- La Transformación digital: Aunque ya se ha empezado a implantar, el desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías digitales a los procesos productivos y a la gestión en el conjunto de la cadena de valor, desde el proveedor hasta el consumidor final, no tiene límites. Se demandarán unos métodos más flexibles, automatizados, sociales, conectados e inteligentes que respondan, además, a las necesidades del mercado en criterios de sostenibilidad, transparencia y personalización.
- La Calidad y seguridad alimentaria 4.0: Los consumidores son cada vez más exigentes y la demanda apunta hacia productos más naturales a un precio menor, mayor seguridad alimentaria; una exigente combinación de alimentos y nutrientes o un etiquetado lo más detallado posible. En resumen, productos menos procesados y con menos aditivos. Algunas propuestas para ello son los biosensores, que aseguran la calidad y seguridad alimentaria del producto.
- Datos, datos y más datos: Se trata de usar los datos para controlar de forma automática toda la cadena alimenticia, desde el cultivo de las semillas hasta su distribución final, conociendo el estado del producto en cada una de las fases y así poder recoger los datos, procesarlos y utilizarlos de forma preventiva ante posibles sucesos. Instalar sondas inteligentes en el subsuelo para medir el nivel de agua o conocer con exactitud el estado de las plantas, la topografía o la profundidad de un cultivo son algunos ejemplos de información útil.
- Los Drones: Desde arriba todo se ve mejor y sobre todo se podrá acceder a sitios complejo que hasta ahora eran inaccesibles al ojo humano. Equipados con cámaras multiespectrales u otros sensores, permiten recopilar información del cultivo que a simple vista el agricultor puede no detectar. Modificar riego, mejorar el suelo, hacer un tratamiento localizado, o incluso aplicar una fertilización variable en cada punto son un claro ejemplo.
- Los Super-Alimentos: El mercado busca una innovación constante con nuevos ingredientes, sabores, formatos y presentaciones, paralelos a una demanda general de calidad donde las características organolépticas (sabor, olor, color, textura) mantengan su protagonismo. Una nueva tendencia en el sector son los denominados superalimentos, aquellos que suponen nuevas fuentes de nutrientes y que se están haciendo un importante hueco en un mercado con productos cada vez más naturales, menos procesados y con menos aditivos. Elaborados de forma personalizada para adaptarse a las necesidades de cada persona, se presentan en envases preparados para comer fuera de casa y con sensores integrados para conservarse de la mejor manera posible sin romper la cadena de frío.
- La Tecnología móvil: Su impacto en la mejora de la productividad ha sido notable y promete seguir siéndolo, pero no sólo en la creación de productos sino también en cómo y qué se come. Y todo gracias a las apps y programas residentes en la nube: herramientas que permiten mejorar procesos, eficiencias y comunicaciones, e incluso la posibilidad de conocer la madurez de una fruta desde el teléfono móvil.
- La Técnica láser: Conocer el mejor momento para cosechar sin necesidad de dañar el producto ya es una realidad a través de la luz láser. De esta manera, va a ser posible recolectar el fruto en su mejor momento, tanto de sabor como de maduración. A continuación, los controles de calidad de los productos van a ser, si no lo están siendo ya, mucho más avanzados, gracias a los grandes avances desarrollados en los sistemas de visión espectral.
- La Sostenibilidad: El cambio climático es una realidad y los hábitos de consumo actuales no sólo son perjudiciales para nuestra salud, sino también injustos al coexistir la desnutrición con el consumo excesivo y el desperdicio de alimentos.Apostar por el consumo de alimentos de origen vegetal en vez de algunas dietas con exceso de carnes rojas y elaboradas o bebidas carbonatadas, reducir los residuos de alimentos, adquirir pescado procedente sólo de poblaciones de peces determinadas son sólo algunos de los retos más ambiciosos que plantea la salud de la humanidad y del planeta.
- Las Cadenas de distribución cada vez más personalizadas: La individualización es un valor en alza, el consumidor actual quiere sentirse único y esa prioridad también la lleva a su alimentación. Los avances han hecho que los consumidores demanden una dieta adecuada a su estilo de vida y a sus hábitos, alejándose cada vez más de las grandes cadenas de distribución actuales.
- La Industria 4.0: Smart factories o fábricas inteligentes, industria robotizada… Indispensable en la producción para dar respuesta a los nuevos medios de compra digitales. El término surgió para responder a las nuevas características de las fábricas con interconexión de máquinas y de sistemas, así como para un fluido intercambio de información bidireccional con el exterior, mucho más presente incluso en un tema tan cercano para las personas como es la alimentación.