Las organizaciones son cada vez más horizontales, menos rígidas y dinámicas en los procesos de creación, y esto también está llegando a la gastronomía.
La cadena de valor viaja linealmente por todos los departamentos de una empresa y esto hace que si resultado sea a priori más participativo y seguramente más exitoso a la par que económico.
Esta involución de los procesos industriales con gran foco en la tradición, pero con recursos del siglo XXI, está haciendo que la industria alimentaria también viaje de forma creciente al proceso de la elaboración culinaria, para recortar los intermediarios, y a su vez, recuperar ese campo pedido en época de bonanza.
La globalización, las importaciones y sobre todo la necesidad de acercarse al cliente final han hecho que en sus procesos nos solo quieran integrar a la materia prima, sino también a su aliño, su maceración o a su acabado casi emplatado.
La restauración moderna exige, homogeneización de producto, pero sobre todo escandallo y coste, para poder satisfacer la creciente demanda de sus productos entre la población.
El proceso industrial cocinado a fuego lento
Para llevar a cabo la elaboración y la preparación en un ambiente de cocina industrial, es necesario que la maquinaria y los elementos que realizan la labor, sean acreditadores de soluciones específicas para cada tipología de producto.
En este plano se alinean los agitadores industriales que crean ese necesario movimiento entre líquidos y sólidos para mezclarlos y homogeneizarlos, dando como resultado el primer paso en la elaboración.
La Industria alimentaria no se queda fuera de esta necesidad, más aún cuando estamos ante procesos de elevado volumen de producto que garantizan su bajo coste por desarrollarlos de una sola vez y en el menor tiempo posible.
Masas para pizzas que parten de mezclas de 100 kilogramos, adobos de cárnicos en ollas de 300litros, ¿Cuántos pinches o cocineros se necesitarían para mover y mezclar estos ingredientes?…
Seguramente alguno más que los que habitan en la cocina de un restaurante moderno, de esos que actualmente se denominan restauración temática, donde el auténtico valor está en la regeneración más que en la elaboración, de ahí ña importancia de los procesos en origen de elaboración y cocinado con maquinaria, de alta calidad.
Este milagro de la cocina junto con los secaderos, hornos de gran volumen y túneles de congelación han hecho que los procesos industriales en la elaboración de alimentos se comiencen a ver no como plantas de ensamblaje o cadenas de montaje, sino como verdaderas cocinas de “gigantes” donde la cantidad no desmerece la calidad de producto.