España es un país de pan y su producto vuelve a coger el protagonismo que hace años comenzaba a ser desplazado por las nuevas tendencias culinarias.
Desde la irrupción de los modelos anglosajones y americanos en la comida rápida y demás modelos de restauración, los hábitos y costumbres de nuestro país tornaba a nuevos «concepts» que generaban en la juventud una demanda creciente de productos manufacturados muy diferentes a los que tradicionalmente se consumían .
Los mayores iban desplazando a los panes tradicionales, casi siempre sujetos a los centros de distribución y cadenas que descubrieron en las masas precocidas un invento increíble para fabricar pan al momento y de escasa calidad.
De repente llego la masa madre.
Con cierta influencia francesa en el refinamiento de la elaboración los productos de masa madre comenzaron a invadir el mercado de la mano de excelentes despachos al estilo más Vintage y muy influenciados por las Bakerys y los Cafes parisinos y belgas.
Este concepto ayuda a que el gusto por lo autentico vuelva a calar en la población, y un reciente estudio de la Asociación Internacional de la Industria de la Panadería (AIBI), nos muestra que el crecimiento del sector en España supera de forma espectacular a sus homólogos europeos como Alemania, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Rusia.
Ya no es raro encontrar panes con variedades de sabores como ajo, o cebolla o bien los rellenos de pasas, nueces, etc. Harinas integrales, centeno, avena, soja y espelta, vuelven a ser un complemento del trigo tradicional que los propios alérgicos al gluten , han conseguido desplazar, también para el resto de la población en favor de otros cereales más sanos para el organismo.
La irrupción del congelado y su facilidad de regeneración también han ayudado a que la forma de consumirlo en casa y en los locales horeca sea más cómoda y a su vez ayude a que el almacenamiento sea eficaz.
Satisfaciendo la demanda del cliente
En nuestro país la población cada vez está más concienciada de mantener unos hábitos de consumo saludables, y el hecho de que un producto básico de nuestra alimentación comenzara a estar en desuso, no era buena señal para el gremio de panaderos que se veían desplazado por los procesos industriales y las franquicias de despacho que inundaron el país en los años 90 y 2000.
La Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (ASEMAC) defiende los intereses de fabricantes y productores,para seguir manteniendo a la industria del pan y la bollería al frente del sector más importante de la economía nacional como es el de la alimentación.
La bollería ya no es tan industrial, y los elaboradores artesanales eliminan gran parte de las grasas trans, que antaño crearon una dependencia muy maligna a una población que vio en el producto envasado una solución a los desayunos y meriendas domesticas y de hostelería.
Ahora se descongela y ya esta lista para consumir, en muchos casos la fermentación de masas ya está realizada y con escasos golpes de calor de 10″ , bollos exquisitos y radiantes de color y luminosidad inundan las barras de bares y cafeterías, como si el mismo obrador lo acabara de traer.
No volvemos atrás, mejoramos los procesos con la idea de que sean parecidos a los de antaño…
Aparecen el el mercado cadenas y boutiques que se acercan m´s a un espacio gourmet que a la tradicional panadería y pastelería pero es el cliente el que irá poniendo a cada establecimiento en su ligar y si estos saben trasladar a este lo que demanda, triunfarán y el sector liderará parte del crecimiento de la nación.
¡Larga vida al pan!
