Estamos en el siglo XXI y empieza a ser habitual escuchar alguna noticia sobre tecnología relacionada a la creación culinaria.
Ya no es ciencia ficción, es una realidad palpable que no por ende, necesite de un desarrollo sostenible duradero para consolidar lo que aún son prototipos.
La firma Estadounidense de informática IBM, que ya dejo atrás el mundo de los ordenadores personales, antes de su entrada en declive, y dedicada íntegramente a la consultoría y el I+D de tecnología, están tratando de llevar a cabo con el «super-ordenador Watson» un avance en su capacidad de creatividad.
Watson, es el paradigma de la inteligencia artificial, y en su actual cometido se ha programado para poder procesar infinitas mezclas de ingredientes y así conseguir como resultado recetas «impensables» y a la vez sorprendentes para nuestros gustos.
Su primera incursión en el laboratorio al puro estilo «Master Chef«, le hizo agudizar su capacidad de proceso para desarrollar cientos de innovadoras combinaciones de productos para elaborar «rollitos» o «burritos» compuestos por:
- Chocolate negro.
- Brotes de soja.
- Queso edam.
- Carne
- Albaricoque
El desarrollo de dicha elaboración puso de manifiesto la capacidad cognitiva de crear algo, no de dar solución a un problema planteado.
Entre sus populares creaciones, Watson atesora un sin fin de recetas:
- Un aperitivo de langosta con albahaca
- Plato de Cerdo crujiente.
- Salsa de azafrán y pimientos del piquillo.
Parecen creaciones simples, pero si nos apartamos de la concepción humana del artífice de la receta y la enmarcamos únicamente como una idea creativa de una maquina, estamos ante el paradigma de la posibilidad de que la inteligencia artificial esta ya en posibilidades de «crear con imaginación» y «buen gusto«.
Watson, no es el popular «termomix» ni el ultimo invento de una multinacional de electrodomésticos donde volcar ingredientes sea todo el esfuerzo para crear un plato. Es un «chef» virtual que innova e inventa recetas, basándose en sus conocimientos previamente alimentados, de los sabores, los ingredientes y productos con sus características y sobre todo la psicología humana.
Así pues no estamos ante un replicador de recetas ni un elaborador de platos sino ante un «artista culinario», como nos describe uno de los responsables del proyecto ingeniero de la compañía y a su vez diplomado en artes culinarias Florian Pinel:
“Para elaborar un plato hay miles de billones o trillones de combinaciones posibles. Watson las procesa todas y solo escoge las más interesantes”.
En su programación, no hay que destacar las horas dedicadas, son obvias, sobre todo se debe dar valor a su aprendizaje y generación de su Base de Datos a través de 30.000 recetas, ingredientes, información nutricional, todo ello aderezado con los mas sofisticados algoritmos que marcarán sus pasos en la elaboración.
En su proceso creativo, debe entender y aprender del problema que tiene que resolver, guardar y registrar ese conocimiento y ponerse a exportar ideas que debe igualmente tamizarlas en base a los criterios de conocimiento y gustos humanos para así segmentarlas y decantarse por las más acertadas a la par que originales.
Una máquina en la cocina
¡Sorprendente!, pero cierto, Watson no es una idea, ya es una realidad en la cocina que ha venido para quedarse, o en su caso para alimentar nuevos inventos que ayuden a la elaboración a todos los profesionales del sector hostelero y a los propios amantes de la creación culinaria.
Fuera de esta literatura, la realidad es que no es autónomo por si solo, aún… No es un robot, de estructura metálica, ni tiene brazos articulados ni voz de ultrasonidos, ni corta ni cuece.
Es un generador de ideas para que los maestros las desarrollen y elaboren. Prueba de ello es que la compañía ha estado colaborando con «chefs»del ICE (Institute Culinary Education of NY), una de las escuelas de cocina más prestigiosas de America.
Desde los primeros pasos que mostraba sugerencias de ingredientes a mezclar, ya se ha llegado a la medida y análisis de los ingredientes así como de sus cantidades idóneas para cada creación.
Lo más interesante ahora mismo es la capacidad creativa de los colaboradores del proyecto, demostrando sus dotes de interpretación de las directrices marcadas por Watson, para que ellos desarrollen definitivamente la receta, física y conceptualmente.
En palabras del director del centro formativo James Briscione, y a su vez cocinero de I+D, director de desarrollo culinario del ICE y cocinero jefe de los experimentos, nos decía:
La receta más sorprendente fue la musaca de panceta con guisantes, pimientos, eneldo y queso suizo; la que más le gustó, la tapa de langosta; y la que más éxito tuvo entre el público, una variante del xuixo catalán con cacao, pimienta negra, leche de coco y miel.
Estamos ante una herramienta para los cocineros de un valor incalculable no en precio sino en la ayuda a la fuente de inspiración y a su vez atesoradora de base de conocimientos acumulados para la perfecta combinación de ingredientes.
La salud es lo que cuenta
La intención real del prototipo, es poder llegar a alcanzar una versión beta capaz de ser comercializable, para que colabore con lo cocineros en la mejora de la alimentación, la nutrición y la salud, si perder la originalidad y creatividad.No en vano farmacéuticas como GlaxoSmithKline, han llamado a la puerta del Gigante americano IBM, para buscar nexos de colaboración en la prescripción médica, y diagnósticos nutricionales, ya que estamos ante un ordenador capaz también de influir positivamente en la salud de las personas.
¡Larga vida a Watson!