En estos días que la población está alarmada por la consecuencias del coronavirus, la nutrición es siempre un aval de salud y fortaleza para combatir las enfermedades.
Diabetes, hipertensión, anemia, diferentes tipos de cáncer e infecciones, enfermedades cardiovasculares o dislipidemia. Estas son solo algunas de las enfermedades producidas a causa de una mala alimentación, pero no las únicas.
Es necesario conocer cuáles son los principales motivos por los que se producen las enfermedades, con la finalidad de poder tratarlas y, principalmente, prevenirlas. En el caso de la alimentación ha quedado constatado que esta es una de las principales razones por las que se producen un gran número de enfermedades, como las ya mencionadas.
Por otro lado, una alimentación saludable ayuda a prevenir enfermedades crónicas, al proporcionar a nuestro organismo los nutrientes y vitaminas necesarios para el buen funcionamiento de este.
La Diabetes
Una de las enfermedades más conocidas del mundo es la diabetes, y el origen de esta se remonta en numerosas ocasiones a la obesidad, un factor de riesgo de elevada incidencia.
Esta enfermedad se produce como consecuencia de la disminución de la insulina en el páncreas, con lo que se dificulta su función de regular los niveles de azúcar. Esto desemboca en un mal funcionamiento del organismo y sus repercusiones son una sed exagerada, un elevado cansancio, la necesidad de ir con asiduidad al baño o los mareos.
Otro factor que empeora esta enfermedad, es la continua sucesión de este mal funcionamiento, que acompaña a la persona que lo sufre durante el resto de su vida.
La Hipertensión
Otra enfermedad cuyo motivo es el sobrepeso es la hipertensión, que se produce a causa de una elevada presión arterial. y desemboca en problemas respiratorios, alteraciones en la visión, mareos, fatiga y dolores de cabeza.
Adicionalmente puede convertirse en una enfermedad renal o cardiovascular, por lo que su rápida detección se presume clave para poder hacerla frente con la suficiente antelación.
La Anemia
Una mala alimentación, o una caracterizada por la falta de hierro genera anemia, enfermedad que provoca irritabilidad, lentitud, menor esfuerzo muscular, falta de apetito e incluso experimentar dolores de cabeza y mareos.
Adicionalmente, la piel de la palma de la mano se vuelve pálida, seca y escamosa, al tiempo que el cabello también sufre sequedad, se vuelve opaco y pajizo, lo que además puede desencadenar problemas anímicos y de salud mental.
En función del paciente será necesaria la aplicación de un tratamiento médico o, por el contrario, bastará con la modificación de la alimentación.
El Cáncer
La relación entre la obesidad y el cáncer es un tanto diferente a las anteriores. Aunque la obesidad pueda no ser la causa principal, si contribuye y en gran medida, a aumentar el riesgo de sufrir alguna de las siguientes enfermedades:
- Cáncer de endometrio
- Cáncer de hígado
- Cáncer de riñón
- Cáncer de seno
- Cáncer de vesícula biliar
- Cáncer de ovario
- Cáncer de tiroides
- Meningioma
- Cáncer gástrico del cardias
- Adenocarcinoma de esófago
- Mieloma múltiple
- Cáncer de páncreas
- Cáncer colorrectal
Las probabilidades de sufrir alguno de los cánceres mencionados aumenta considerablemente cuando la persona sigue una alimentación insana, motivo adicional por el cual prestar especial atención a los productos que consumes.
Adicionalmente, en caso de sufrir una enfermedad, independientemente de si se trata de alguna de las mencionadas o de otra, una correcta alimentación permite reducir el riesgo de empeoramiento de esta, siendo un aspecto clave para la mejora de la salud.
La importancia de seguir una alimentación saludable
Queda constatada, por lo tanto, la importancia de seguir una alimentación saludable. Puesto que, como ya hemos señalado, el organismo no puede funcionar correctamente cuando este no dispone de los nutrientes y las vitaminas que necesita.
En otras palabras, es como intentar utilizar un coche sin gasolina.
A modo de conclusión, señalamos que no debes optar por dietas que duren una o dos semanas, sino adoptar un estilo de vida saludable, compaginando este con una buena alimentación y ejercicio físico e incluso, si es posible, con actividades para relajar la mente como el mindfulness.