El sector de la hostelería es uno de los más importantes de nuestro país, aportando valor al producto interior bruto (PIB) y a su vez como gran generador de puestos de trabajo.
Emprender montando un bar, una cafetería o un restaurante es una iniciativa muy interesante, sobre todo después de haber superado la pasada pandemia del coronavirus, que nos tuvo durante dos años a todos en vilo.
Como en cualquier proyecto empresarial, la idea inicial es una de las más importantes. La innovación y creatividad que apliquemos a nuestro modelo de negocio, será clave en el futuro, para garantizar el éxito o fracaso de este.
Para llevar a cabo un proyecto hostelero, debemos en primer lugar conocer los dos tipos de modelos de negocio que actualmente se montan:
- Establecimiento independiente: El negocio pertenece a un propietario que los explota con su propios medios y objetivos, siendo este modelo uno de los principales modelos de pequeñas y medianas empresas del panorama nacional.
- Establecimientos en régimen de franquicia: En este modelo el negocio vienen liderado por una matriz que ofrece a los nuevos propietarios franquiciados una serie de servicios cerrados, ya ideados para llevar a cabo el día a día del bar o restaurante.
Como en cualquier empresa sea de este sector u otro, ningún formato garantiza el éxito, por ello aparte de la dedicación e ilusión inicial que conlleva cualquier acción de emprendimiento debemos atender tambien a otros factores.
Si deseamos exprimir al máximo nuestra actitud creativa y queremos modelar a nuestro gusto al equipo que nos acompañará en la andadura empresarial, está claro que el modelo independiente es la opción indicada.
Por el contrario, si lo que queremos es emprender para generar recurso económicos y nuestra vocación es más empresarial que creativa, el modelo de franquicia es el que debería plantearse.
El sistema de franquicias como modelo de negocio
Esta forma de emprendimiento, nos llega por la influencia anglosajona del mundo empresarial.
En los albores del siglo XX , ya existían compañías estadounidenses que explotaban así su expansión por todo el territorio americano.
Poco a poco fue llegando al negocio tradicional de la comida en la figura de los restaurantes, donde se vio que era muy interesante poder ofrecer el mismo concepto en lugares geográficos diferentes, sin tener que optar con delegaciones.
Con una inversión inicial de un empresario local, se conseguía transmitir todo el know-how del negocio tradicional para que este funcionara como un clon del original.
Todo esto con los años ha ido adaptándose, no solo a servicios y procesos, sino también a las localizaciones orográficas de cada modelo de negocio y país, ya que la sociedad al final es la que manda en cuanto a los hábitos de consumo, gustos, tradiciones, etc…
A todos se nos vienen a la cabeza Marcas Americanas que llevan décadas operando en nuestro país en régimen de franquicia, precursoras de otras compañías nacionales que han decidido explotar sus enseñas con este modelo.
Hablamos por ejemplo de Foodbox, la plataforma multi-marca que ha transformado el sector de la restauración con sus enseñas, como la franquicia Santagloria, o la franquicia Volapié
Un proyecto empresarial que pone el foco en las personas, apostado por la innovación y programas de formación para garantizar el éxito a sus franquiciados.
Un mercado tan dinámico como el de la hostería requiere de proyectos que nos solo pongan el foco en la especialización, la temática o la oferta disruptiva, es importante que los marcos de garantía y rentabilidad tambien estén presentes a la hora de decidir acometer el proyecto.
En este plano las franquicias llevan años ya aportando un valor diferencial a la hora de presentar proyectos innovadores, que sin dejar de lado la oferta gastronómica, profundizan de lleno en la rentabilidad del negocio.