Planificar las compras, aprender a conservar los alimentos o reutilizar la comida son algunas maneras sencillas y prácticas de evitar el despilfarro.
Tomar conciencia.
Decir que en cada casa se tiran casi 80 kilos de comida al año genera bastante sorpresa, incluso cierta incredulidad. La mayoría de los consumidores no somos conscientes de cuántos alimentos desperdiciamos, tal como refleja un exhaustivo estudio de HISPACOOP, la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios. Según la investigación, solo el 5% de los participantes admitió tirar comida a la basura. Conocer este dato y otros, como que la comida es el momento del día en el que más alimentos se tiran (nada menos que un 35% de ellos) no solo sirve para tener más información sobre nuestro comportamiento como consumidores, sino para modificarlo y mejorarlo. Ser conscientes de esta conducta es el primer paso para cambiarla.
Planificar la dieta y las compras.
Ser previsores y ordenados no solo nos ayudará a seguir una dieta más saludable que se ajuste a nuestras necesidades, sino que redundará en la salud de nuestro bolsillo, porque evitaremos comprar de más, comer de más y tirar de más. Una buena y útil iniciativa es planificar nuestra dieta y la de nuestra familia. Para ello, deberemos hacer una previsión acertada del consumo real que se hace de los alimentos, en especial, de los perecederos, que son los que primero acaban en el cubo de la basura.
Sacar el máximo rendimiento.
Aprender a hacer conservas.
Existen múltiples técnicas para conservar los alimentos, desde las más actuales -con el frío del congelador- hasta las más antiguas, como los encurtidos o la salmuera. Conservación el excedente de comida para aprovecharlo en momentos de escasez es una preocupación humana milenaria. Por ello, al margen del congelador de casa (que tendrá un espacio limitado), es importante conocer distintas técnicas para prolongar la vida útil de los alimentos. Esto se puede hacer con azúcar, con aceite (para quesos, carnes y embutidos), con vinagre, al vacío, con sal… Preparar unas frutas en almíbar, por ejemplo, nos servirá para aprovechar el excedente de fruta fresca de temporada.
Hacer nuevas recetas con las sobras.
Una forma muy práctica (y rica) de controlar lo que tiramos es darle una segunda oportunidad a los alimentos y sobras que, por lo general, se tiran. El pan es quizá el alimento con más posibilidades: rallado, en tostadas, como picatostes, como bases para canapés, en sopas de ajo, para hacer migas extremeñas o incluso en postres, como las torrijas o el flan. Pero no es el único. Por ejemplo, si nos sobran carnes, aves y pescados asados podemos hacer con ellos un relleno de pimientos, una base para sopas o un delicioso ingrediente de croquetas. El marisco puede incluirse en ensaladas, o emplearse como base para hacer un caldo muy sabroso con el que, a su vez, podemos preparar un arroz. Y si nos sobran postres o dulces, también podemos reutilizarlos: con los turrones y polvorones (que casi siempre quedan en casa después de las fiestas) podemos hacer cremas, helados o cupcakes. Incluso un postre fresco, como la macedonia, puede convertirse en un batido de frutas o en parte de un pastel de frutas (tipo plum cake).
Fuente: Consumer.es